Tres días en Vilna


No estoy siendo demasiado constante en las publicaciones, pero al menos la semana pasada tenía excusa: estaba de viaje en Lituania.

Se me había metido entre ceja y ceja que tenía que ir a los países bálticos, pero realmente no esperaba gran cosa de Vilna. Al fin y al cabo, ¿quién va allí? Es decir, ¿cuánta gente va a Londres, a Roma, a Nueva York...y cuánta a Vilna? Da la impresión de que no es un destino interesante. Ciertamente, Lituania es un país pequeño y su capital se puede visitar en un solo día, pero eso no significa que no tenga encanto.

Casco histórico de Vilna



En Vilnius hay muchos parques y además son bastante grandes, con muchos árboles. Llegué a internarme tanto en uno que estaba a solas con los pájaros, como en medio de un bosque. Tienen muchísima superficie de césped y además están cuidadísimos, con sus flores, sus mesas con tableros para jugar al ajedrez o a las damas y lo más increíble: que todas las fichas permanecen ahí, intactas. Pienso en eso en Madrid y habrían durado una tarde. El casco histórico es bastante pequeño pero es un sitio para callejear hasta la saciedad. Sin rumbo y sin necesidad de mirar un mapa porque no puedes perderte. Un lugar para meterte en cada patio y descubrir no solo las viviendas que hay allí, sino también las tiendas y los pequeños jardines.

Puerta de la aurora
La gente se santigua antes de pasar por debajo de la Puerta de la Aurora


Globos en Vilna



Tuve una suerte inmensa y es que esa semana se celebra el International traditional jazz, dance and music festival- HARLEM, pero además el día 19 de mayo en Vilna se celebra el Día de la música en la calle.  Ese día tenía pensado acercarme a Trakai, pero en cuanto vi el panorama en las calles del centro, me quedé y no me moví de ahí durante horas. Ojalá ser capaz de transmitiros todo lo que sentí aquella tarde. La música era de lo más variada, así que pasé de la batukada al rock y a la música electrónica, pasando por violines y ukeleles. Entonces me topé con la gente de HARLEM, su última actuación del día era un baile lindy hop junto a la catedral. El público hacía los coros, acompañaba dando palmadas, se unía al baile... Me supo a poquísimo, pero por suerte para mí, justo después empezó a tocar un grupo al más puro estilo Postmodern Jukebox y ahí ocurrió la magia. De nuevo había mucha gente alrededor, entre ellos miembros de HARLEM que no dudaron en salir a bailar al ritmo de la música. No se conocían de nada, no estaba planeado y sin embargo acabaron haciendo entre todos un espectáculo más que perfecto. A lo tonto, estuve unas 4 o 5 horas escuchando música al sol y me acabé quemando un poco la cara y los brazos. No iba preparada porque la previsión era de nubes y tormenta... al menos sí metí las gafas de sol en la mochila.

Patio en Vilna




Una de las cosas más curiosas de la ciudad es que hay un barrio que declaró la independencia hace 20 años - coincidiendo con April Fool's Day- y cuenta con presidente, bandera y constitución. Se trata de Užupis y su visita es obligatoria, es ese sitio al que llegué y dije: aquí me quedo. Lo único que puedo decir es que esta República es diminuta y maravillosa. Hay un columpio en el puente, galerías de arte, esculturas, pianos a la orilla del río...



República de Uzupis



Pero Vilna aún da mucho más de sí, y es que se puede, por ejemplo, subir hasta la colina de las Tres Cruces para tener una vista panorámica, del mismo modo que subiendo al Bastión o a la torre de Gediminas. O recorrer la calle Literatu, una especie de galería al aire libre dedicada a la literatura. Si os gustan los gatos - por favor, ¿de verdad a alguien no le gustan?- qué mejor que merendar en el Cat café. Si sois más de museos quizá el más llamativo sea el de las ilusiones ópticas, pero si os va la historia - levanta efusivamente la mano - podéis visitar el museo del Holocausto o recorrer los dos guetos.



Como decía al inicio del post, no esperaba gran cosa porque había hecho una búsqueda de lo más relevante y no parecía mucho. Pero he estado allí tres días escasos y puedo escribir muchísimo más que de otras ciudades en las que he estado el mismo tiempo, esto es algo que me tiene sorprendida. En cambio, he hecho pocas fotos a pesar de que cuando voy sola aprovecho para tomármelo con calma a la hora de hacer click. Quizá podría haber sacado la cámara más a menudo y capturado más cosas, pero estoy bastante satisfecha con el viaje que he hecho y de haber superado, una vez más, la ansiedad de los días previos y el momento de coger el avión.


(Si pulsáis aquí podéis leer datos extra)

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