Budapest

Con Hungría me pasaba un poco como con Polonia, no contaba con ir, solo que en este caso no me lo había planteado siquiera. Ni como algo para un futuro lejano ni nada. Digamos que veía el mapa de Europa eligiendo próximo destino - o soñando con imposibles - e ignoraba esa zona, no sé muy bien por qué. El caso es que un día me llegó un correo con una oferta de vuelo + hotel a Budapest válida solo reservando en los siguientes 15 días. Al principio lo dejé pasar, porque como estoy suscrita a mil páginas me llegan siempre correos de este tipo y como tuviera que hacer caso a todas las ofertas me arruinaba. Además, yo lo que buscaba era una oferta para Londres. Sin embargo, esa oferta no aparecía y Budapest cada vez sonaba más interesante... tanto que acabé reservando.

Fuimos a Hungría a finales de enero, porque somos personas valientes y el frío no nos echa para atrás. Mirando la previsión del tiempo la semana de antes, llegué a ver temperaturas de -18º y me asusté bastante, no tenía ni idea de cómo prepararme para eso, pero al final no fue para tanto. Solo alcanzamos los -6º al sol.

Llegamos a Budapest casi a las 12 de la noche del viernes, por lo que realmente el viaje duró de sábado a domingo. Normalmente nuestros viajes son así, solo del fin de semana. Solemos levantarnos temprano para aprovechar el tiempo al máximo, así que, como de costumbre, el despertador sonó a las 8 de la mañana. Dimos un paseo caminando en paralelo al Danubio y vi una tienda preciosa con libretas - cosa que adoro demasiado - pero no pude entrar porque aún estaba cerrada y al final me quedé sin comprar una porque cuando volví a pasar ya habían cerrado. Estaba muy cerca del Mercado Central, que fue el primer sitio al que entramos.

Al salir de allí, como está junto al Danubio, se notaba un frío horroroso. Lo prometo. Nunca lo he pasado tan mal. A pesar de ir con varias capas de ropa y llevar guantes para la nieve, me dolían tanto las extremidades que sacar la cámara para hacer fotos era un sufrimiento. Ahí hacía los -6º que mencioné antes, aunque la sensación era de menor temperatura. Lo dicho, un horror para una persona tan friolera como yo que en invierno va como una cebolla.

Cruzamos el río para dejar la zona de Pest y pasar a la de Buda, que tiene unas cuestas bastante interesantes. En ese lado de la ciudad se encuentran la Ciudadela, el Castillo de Buda y el Bastión de los Pescadores, que visitaríamos al día siguiente. Desde esa zona hice bastantes fotos de Pest, porque al estar en un monte había una vista panorámica muy buena.




Volvimos a Pest por el famoso Puente de Cadenas. En ese lado de la ciudad están la Ópera, el Parlamento y los baños termales. Lo malo de esto último es que estaba un poco alejado y no nos dio tiempo a ir. ¡Queda pendiente para otra vez! Callejeando encontramos un mercado de antigüedades y por supuesto tuvimos que pararnos a curiosear. Me enamoré de unas cámaras -cómo no- pero no quise comprar ninguna porque no quería gastar demasiado y la verdad es que me arrepiento muchísimo. Tenían varias Polaroid  y varias cámaras antiguas y me habría gustado traerme una a casa.

Merendamos en una cafetería encantadora, ojalá pudiera recordar el nombre por si vuelvo a la ciudad. La dueña era muy simpática y los pasteles y el café estaban buenísimos. Poco después empezó a nevar. Lo mejor de todo es que continuó nevando toda la noche, así que el domingo Budapest amaneció completamente blanca. Si la ciudad ya es de por sí bonita, con nieve lo es más.

Visitamos la isla Margarita, que es una isla que se encuentra en medio del Danubio y en la que hay un parque enorme.  Luego cogimos el tranvía para ir al Bastión de los Pescadores. Bueno, en realidad el tranvía te deja cerca y después tienes que subir una calle muy empinada y nevada. Aún no sé cómo no resbalamos y bajamos rodando. (Hay otro camino pero nos gusta hacerlo difícil). El Bastión y la iglesia de Matías (que se encuentra justo al lado) me gustaron mucho, tan blanco todo... lo que no imaginaba era que, en realidad, la nieve ocultaba unos colores muy vivos, como podéis ver aquí:

Iglesia de Matías (Foto de Disfruta Budapest)


Bastión de Pescadores


Para acabar el viaje, además de ver la Ópera, fuimos a un ruin bar, algo muy típico de Budapest y que es imprescindible conocer. Nosotros fuimos al Szimpla, el más antiguo de la ciudad. Los ruin bar, como ya se puede intuir por el nombre, son bares situados en edificios en ruinas. Este tenía las paredes desconchadas, con pintadas por todas partes...  Dispone de varias plantas, en las cuales hay mesas y sillas en las que puedes sentarte a tomar algo. En la parte de abajo hay un mercado y una barra en la que pedir bebidas. También puedes pedir comida en la parte de arriba, a partir de las 5.


Ópera
A pesar de no tener pensado visitar Budapest, acabé encantada con la ciudad y es uno de los viajes que más he disfrutado. Fue una buena forma de empezar el 2016. Además, ¡aprendí un par de palabras en húngaro!


Szimpla




Comentarios

  1. Buena crónica, voy a echar un buen vistazo por aquí.

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  2. No sé si seguir leyendo o no sobre tus viajes porque ni te imaginas las ganas que me entran de ir a los sitios sobre los que escribes (es broma. Lo de no leerte, quiero decir).
    Me ha encantado lo de los bares en edificios en ruinas.

    (tus crónicas de viajes son para disfrutarlas despacito y, así, no perder un solo detalle)

    (sonrisa de elefante)

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  3. Qué entrada más chula. Me ha encantado que lo acompañases con estas imágenes. :) Un abrazo y hasta pronto

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