Croacia



A las 3 de la mañana suena el despertador.  He podido dormir 2 horas antes de que un amigo nos lleve al aeropuerto en medio de una huelga de taxis. Nuestro destino es Zagreb, pero primero haremos una escala de 6 horas en Bruselas. Lo suficiente como para reencontrarme con la ciudad, pasear por el centro y desayunar en la Grand Place.

Llegamos a Croacia por la tarde, está lloviendo y queremos coger el autobus, pero, aunque tenemos kunas, son billetes demasiado grandes para el precio del ticket. No hemos podido cambiar aún, así que optamos por un taxi. Es un coche viejo y tengo la sensación de que está dando un rodeo y nos ha cobrado de más.




Zagreb

Zagreb

Zagreb


El calor de esa ciudad es sofocante, hay mucha humedad. Tiene un aspecto descuidado, pienso en Lisboa y Oporto, en esa decadencia que, sin embargo, es bella. No era la encargada de mirar qué hacer y dónde ir en cada ciudad, así que todo me pilla completamente por sorpresa: los túneles peatonales que atraviesan una parte de la ciudad, la arquitectura de las casas, el cine de verano, la estatua de Tesla, el mercado Dolac, la catedral gótica.

Zagreb


La estancia en la capital croata es la parte más relajada de todas. Bebemos en unas tumbonas en la parte alta de la ciudad. Cenamos en el parque escuchando blues, viendo a otros bailar swing. Charlamos en un bar con un chico que nos recomienda locales por los que salir por la noche y cervezas que debemos probar. Visitamos el Museo de las Relaciones Rotas, donde hay algunas historias de lo más extrañas, y hablamos con una chica que viene desde China,  viaja sola y nos cuenta que Madrid es su ciudad española preferida.

Me frustra mucho no entender ni una sola palabra del idioma, pero la gente me parece muy amable y animada. No estoy acostumbrada a este tipo de clima y ese calor húmedo termina haciendo que pase una mañana mareada, sin poder dar más de dos pasos antes de sentarme otra vez. Y de pronto empieza a diluviar, la temperatura baja tanto de golpe que paso de sudar a tiritar de frío, pero casi que se agradece.

En Zagreb hay turistas, pero no en exceso. Puedes ver la ciudad sin necesidad de esquivar gente constantemente, incluso en aquellas zonas más concurridas, y eso me gusta mucho. Asocio la ciudad a la calma  - aunque no es ni mucho menos un lugar apagado, sin vida en sus calles - porque la pude disfrutar de forma pausada y me transmitió paz. Esa sensación de querer parar el tiempo y quedarse un poco más. Pude detenerme a pasear, fotografiar, comprar, a descubrir sin prisas.

Zagreb

Zagreb


El día que tocó marcharse ya estaba pensando en cuándo volver a Croacia.




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